El constructivismo es una corriente de la pedagogía que se basa en la teoría del
conocimiento constructivista. Postula la necesidad de entregar al alumno herramientas (generar andamiajes) que
le permitan crear sus propios procedimientos para resolver una situación
problemática, lo cual implica que sus ideas se modifiquen y siga aprendiendo.
El constructivismo en el ámbito educativo propone un paradigma en donde el proceso de enseñanza-aprendizaje
se percibe y se lleva a cabo como proceso dinámico, participativo e interactivo
del sujeto, de modo que el conocimiento sea una auténtica construcción operada
por la persona que aprende (por el "sujeto cognoscente"). El constructivismo
en pedagogía se aplica como concepto didáctico en la Enseñanza orientada a la acción.
Se considera al alumno poseedor de conocimientos, con base a
los cuales habrá de construir nuevos saberes. No pone la base genética y hereditaria en una posición superior
o por encima de los saberes. Es decir, a partir de los conocimientos previos de
los educandos, el docente guía para que los estudiantes logren
construir conocimientos nuevos y significativos, siendo ellos los actores
principales de su propio aprendizaje. Un sistema educativo que adopta el
constructivismo como línea psicopedagógica se orienta a llevar a cabo un cambio
educativo en todos los niveles.
La perspectiva constructivista del
aprendizaje puede situarse en oposición a la instrucción del conocimiento. En
general, desde la postura constructivista, el aprendizaje puede facilitarse,
pero cada persona reconstruye su propia experiencia interna, con lo cual puede
decirse que el conocimiento no puede medirse, ya que es único en cada persona,
en su propia reconstrucción interna y subjetiva de la realidad. Por el
contrario, la instrucción del aprendizaje postula que la enseñanza o los
conocimientos pueden programarse, de modo que pueden fijarse de antemano los
contenidos, el método y los objetivos en el proceso de enseñanza.
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